El 25 de mayo de 2025, el régimen de Nicolás Maduro celebró elecciones regionales y parlamentarias sin legitimidad, transparencia ni competencia real. Organizadas por el mismo Consejo Nacional Electoral (CNE) que anuló la victoria presidencial de Edmundo González en 2024, estas elecciones repitieron el patrón del control absoluto: solo participaron candidatos aprobados por el régimen, se bloqueó la inscripción de nuevos votantes, se sabotearon las postulaciones opositoras y se ocultaron los resultados.
La ciudadanía respondió con contundencia. Aunque el CNE declaró una participación del 42,63%, la lista nacional —el único voto común a todos los venezolanos— apenas registró un 25,74% del padrón. Encuestas independientes estimaron una abstención real superior al 85%, un acto masivo de desobediencia civil.
Algunas facciones opositoras participaron con tarjetas partidistas aprobadas por el CNE y candidaturas selectivamente permitidas, intentando presentarse como alternativas dentro de un sistema cerrado. Su impacto fue mínimo. Aun con condiciones favorables, no movilizaron al electorado y, al aceptar las reglas del régimen, perdieron la capacidad de auditar o defender sus resultados. La abstención también les envió un mensaje claro.
El régimen fue más allá: incluyó la disputada región del Esequibo como nuevo distrito electoral, designando incluso un gobernador militar, en una anexión simbólica que viola normas legales e internacionales. Todo esto se desarrolló bajo el despliegue militar de más de 412.000 efectivos, en un contexto de represión, censura y detenciones.
Sin condiciones justas, garantías legales ni apoyo popular, lo ocurrido el 25 de mayo no fue una elección, sino una simulación. Y la mayoría del país decidió no participar.

1. Un país que dijo NO
Los centros de votación estuvieron vacíos. “Más del 85% de los venezolanos desobedeció al régimen y dijo no”, declaró María Corina Machado, calificando la abstención como un acto de desobediencia civil. Según Meganálisis, la participación real fue del 13,59%.
Incluso los propios números del régimen revelan el boicot: mientras el CNE afirmó un 42,63% de participación (alrededor de 9 millones), la lista nacional solo contabilizó 5.507.324 votos, apenas el 25,74% del padrón. Aun con sus cifras, la abstención fue masiva.
2. El 28 de Julio fue mayoría. El 25 de Mayo fue rebeldía.
El 28 de julio de 2024, millones votaron por un cambio real. Lo hicieron pese a la inhabilitación arbitraria de María Corina Machado, los obstáculos para inscribir a Edmundo González, y una campaña bajo persecución. Aun así, con casi un 60% de participación, González obtuvo el 67% de los votos frente al 30% de Maduro. Una victoria legítima.
Pero el régimen no la reconoció. El CNE proclamó a Maduro vencedor. Diez meses después, el 25 de mayo, repitieron la simulación: candidatos a dedo, partidos diseñados a medida, una falsa apertura. La respuesta fue diferente: el país se quedó en casa. Con una abstención del 74,26%, el silencio se convirtió en resistencia.
3. Las cifras no cierran: inconsistencias del 25 de Mayo
Sin transparencia ni supervisión, las actas no se publicaron, las bases de datos no fueron accesibles, no hubo auditorías independientes. El uso inconstitucional de la “lista nacional” infló la Asamblea: en lugar de los 167 diputados que establece la Constitución, se asignaron 285 sin reforma alguna, violando el artículo 186.
Anunciaron 9 millones de votos, pero la lista nacional registró solo 5,5 millones. Una diferencia de más de 16 puntos porcentuales. En las gobernaciones, se estimaban 8,2 millones de votos, pero solo se contaron 5,3 millones. Casi 2,9 millones desaparecidos.
Estas cifras se desmoronan por sí solas. Sin auditorías, los resultados carecen de valor: no reflejan una mayoría, sino una escenificación.

4. Reconocer esta elección es aceptar una anexión unilateral del esequibo
El régimen dio un paso aún más peligroso: incluyó al Esequibo como distrito electoral, eligiendo un gobernador y ocho diputados para un territorio bajo litigio internacional en la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Esta medida, sin base legal, constituye una provocación geopolítica innecesaria y una amenaza directa a la posición jurídica de Venezuela. Reconocer esos resultados equivale a avalar una anexión simbólica, una imposición política ajena al derecho internacional.
El nombramiento del almirante Neil Villamizar como gobernador del Esequibo refuerza esta narrativa de control militar, no de gobernanza legítima.
5. Sin Votos, Sin Verificación
El CNE afirmó que el oficialismo obtuvo el 82,68% de los votos, ganando 23 de 24 gobernaciones, incluida la del Esequibo. Los demás actores participantes tuvieron resultados marginales:
- Alianza Democrática (6,25%): coalición de figuras opositoras con tarjetas usurpadas (Javier Bertucci, Bernabé Gutiérrez, Luis Parra), funcionales al régimen.
- Alianza UNTC Única (5,18%): con figuras como Manuel Rosales y Henrique Capriles, autorizados por el CNE para dividir la oposición.
- Fuerza Vecinal (2,57%): agrupación de exalcaldes con acusaciones de corrupción y vínculos con el oficialismo.
Al aceptar las reglas del régimen, renunciaron a auditar o defender sus resultados. El pueblo los ignoró: la abstención también los incluyó.
Hasta la fecha de este informe, los nombres de los diputados indígenas de estados como Amazonas, Apure, Bolívar, Sucre o Zulia siguen sin conocerse. Su elección se realizó el 1 de junio, con las mismas irregularidades.
6. Operación República: Control, No Seguridad
El 21 de mayo de 2025, se activó la “Operación República”, una versión ampliada del Plan República, con más de 412.000 efectivos desplegados. Aunque presentada como misión de seguridad, fue un mecanismo de ocupación territorial y disuasión civil.
En zonas cercanas al Esequibo, se reforzó el discurso de “defensa de la soberanía”. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, habló de combatir “el terrorismo y el fascismo”, revelando un lenguaje de amenaza, no de protección.
La operación sigue activa hasta el 22 de junio, mucho después de los comicios. En un contexto de censura, hostigamiento a periodistas y detenciones arbitrarias, se consolidó como herramienta de intimidación, normalizando el uso militar como control político.
Conclusiones
- El 25 de mayo no fue una elección, sino una operación de simulación y ocupación militar de la vida civil.
- La abstención masiva fue un acto de desobediencia civil deliberado.
- La inclusión del Esequibo como distrito electoral es una anexión unilateral, con graves implicancias regionales.
- La Operación República sienta un precedente peligroso: uso de las fuerzas armadas como aparato de represión política.
- El régimen fracasó en fabricar legitimidad. Venezuela habló claro: no reconoce a Maduro ni su sistema de simulaciones.
- Las gobernaciones y escaños otorgados a Acción Democrática, UNTC Única y Fuerza Vecinal no representan al movimiento democrático legítimo, liderado por Edmundo González y María Corina Machado.